2011-01-31

Mixtura familiar

Mixtura familiar

Mil y un sensaciones de los más exquisitos potajes:
desde el ají de gallina, pasando por la calapulcra, el enrollado de carne, la causa rellena, los canelones, el olluquito, la ensalada hecha con los vegetales más frescos y el cremoso helado tricolor que fue como la cereza a la torta de una especie de clímax en las papilas gustativas.

Festín que se pensó y concibió en diciembre, viendo la luz en enero – específicamente un domingo 09 – donde aprovechando la venida de un primo que radica en el extranjero, se orquesto tan singular reunión en la que cada núcleo familiar prepararía un platillo especial para el bituteo dominical. La casa de la hermana de mi primo que venia de afuera, sirvió como escenario para que cada familia muestre algo de su arte culinario (Comprar el helado en el supermercado y estresarte en la cola para pagar en caja es una chambaza también… jejeje).


Una vez llegado el día, los comensales procedieron a darle curso a los manjares servidos en la mesa; uno a uno se fueron transcurriendo los invitados, sirviéndose un poco de cada cosa no dejando nada por descartado y tampoco faltaron quienes repitieron impresionados por la explosión de sabor experimentada en cada bocado, culminando con el postrecito: el helado de crema que sirvió para refrescar el estómago luego de la comilona.


Se realizó una sobremesa con un juego un tanto similar a la “charada”, donde habían tarjetas con preguntas que se tenían que interpretar con señas y en donde los equipos participantes adivinaban lo que se trataba de representar, ganando el equipo que más veces de con la incógnita, por supuesto que mi equipo perdió – porque siendo francos – nos tocaron las preguntas más trancas.
El resto de la jornada se dio entre anécdotas, escuchar música y la segunda tanda de helados. Fue algo bonito para ser la primera experiencia, es un buen pretexto para compartir amor familiar y sana diversión. Buena comida, buen compañía… Bon Appétit.

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