Carta para Papá Víctor
Mi único deseo es que este mensaje llegue sin escalas al cielo, donde de seguro es tu nueva dirección postal, ¡¡¡Hay caramba!!! Ha transcurrido una década desde la última vez que nos vimos, lejano se ve aquel día en una tarde de verano, con el ocaso del sol, donde tenías que viajar para volver a casa, luego de pasar una corta estadía en la casa del sur. Al momento de despedirnos, quedamos en un encuentro allá en Lima, aceptando gustoso. Pero el destino tenias otros planes y la cita de encuentro era un lugar a donde todavía no he recibido carné de invitación.Destino que tarde o temprano a todos no va a tocar, sitio por demás frío, sin expresión ni emociones, tan solo queda los nombres escritos en gélidas lápidas con fecha de inicio y de final de la travesía en la vida de algunos mortales. En fin, su última morada, el lugar donde reposan los restos de algún ser humano que por alguna época estuvo con nosotros, de aquellos que cumplieron su misión en el mundo y que la cruel muerte se llevó con ella.
Gracias por los maravillosos momentos que brindaste a todos los que te queremos, por esos detalles que ha todos nos ha permitido que no te olvidemos y que seguirán en nuestros corazones a pesar de los años (que conjugan a menudo con el mezquino olvido). Gracias porque nunca me sentí un extraño en tu casa, por las cosas que compartiste con los tuyos y el prójimo menos favorecido, por las sonrisas que arrancastes en momentos en los que, quizá, la situación no daba para reír, por ser el padre amoroso que fuiste, por quererme como a un hijo, por ser un gran amigo y por muchas cosas más GRACIAS.
Y cumpliéndose diez años de tu partida, tu recuerdo sigue tan vivo como siempre, en todos aquellos que tuvieron el inmenso placer de conocerte en esta vida. Estoy seguro que seguís pendiente de lo que hacemos acá, fíjate pues que Verito te va dar un sobrino, Gian se nos casa y estoy por acabar la universidad. ¡Cómo han pasado los años! Cuanto quisiera que estuvieras aquí para presenciar esto, pero tengo la total certeza, que estarás dando bendiciones a todos, vigilando cada uno de nuestros pasos en la vida.
Habiendo expuesto lo que siento y pienso en estas líneas, solo queda decir que espero que leas y respondas esta misiva, que de seguro estarás ahorita jaraneando con la tía Susi (hay cosas que no cambian y de paso dile a esa ingrata que se de una llamada para saber de ella, ya que no existe línea para allá) y que la diversión empezó como antaño, con un parcito.
Nos vemos tantito, que tal vez alcance para ver juntos el fútbol.
