2009-03-31

Tiempo

Tiempo

No me había percatado de cuanta agua trascurrió debajo del puente, desperté cual ser luego de una extensa hibernación, un pleistocénico estadio del que tan solo el anuncio primaveral de tu ser, fue capaz de hacerme volver de las tinieblas boreales a la luminosidad de tu Edén.

Al momento de tu aparición, pude reconocer en ti algo que hasta hace poco era peculiar en mí, tu frescura adolescente con ganas de ganarlo todo, de comerse al mundo y creer que las cosas, por más difíciles que parezcan, eran posibles de lograr. En ese preciso instante comprendí que ya no era el mismo y me había convertido en un tipo grande, viéndome mayorcito al lado tuyo.

Ohhh... María llena eres de Gracia, no puedo mantenerme incólume ante ti, generas en mí un efecto instantáneo, el cual me es muy difícil de explicar y contener.

Romance de quimera

Romance de quimera

Ambos eran dos jovencitos que se gustaban uno al otro de manera tan carnal y libidinosa, lo que los unió fue algo como a primera vista, sus hormonas así se los dictaban, nunca antes habían sentido esos locos y lujuriosos deseos por alguna otra persona que se les cruzara por sus existencias. Lo suyo no era cuestión de razones tan solo de instintos en su estado más puro.

A estas alturas de la historia ya estaban cursando estudios en la universidad, un día ella le propuso buscar a un profesor en cuyo curso ella era delegada, buscaron y buscaron, preguntando y esperando. Así se paso toda la mañana y gran parte de la tarde hasta que finalmente exhaustos, decidieron irse a casa... estaban encaminándose al paradero del bus, el sol casi no se dejaba ver, cuando sin querer llegaron a un terreno en las afueras de la universidad con abundantes arbustos y vegetación propicia para lo que se estaba apoderando de sus mentes. Ella con un voz sugerente y maliciosa le propuso... él le contesto: ¿Aquí? Lo que vino después estremeció cada uno de los rincones de esos cuerpos sedientos y hambrientos de deseo. La naturaleza del lugar fue testigo silencioso de algo por demás tan salvaje y extasiante, reflejo de lo todos llevamos muy dentro de nosotros.

El hermano J.P.

El hermano J. P.

Hace casi doce años me convertí en hermano de una niña algo especial en su forma de ser. No puedo ocultarles que cuando me enteré – en su momento – del embarazo de mi madre, mi anhelo era que fuese un varoncito que me acompañase en el último tramo de mi niñez. Compartir con el juegos y divertimentos propios de los hombrecitos, después de todo era la única forma que yo conocía para entretenerme en mis ratos libres, sería el heredero de toda esa juguetería que acumulé durante poco más de una década. Por eso, cuando llegó la noticia del nacimiento de mi hermana, sentí algo de desengaño, pero que se podía hacer, no había marcha atrás. Era el destino y los espermatozoides X de mi padre los que habían propiciado ese desenlace. Adiós a la esperanza de tener un hermano propio.

J. P. Era un niño muy tierno, era hijo de la hermana mayor de mi madre, con el me llevo tres años y a su llegada había aparecido el compinche ideal de aventuras y travesuras de aquella época tan maravillosa como es la niñez. Con el pasé momentos realmente divertidos, pero también un tanto bochornosos de los cuales me avergüenzo como son los momentos en los que él salía llorando por alguna actitud prepotente y abusiva de parte mía dado el hecho de ser el más grande y fuerte, extralimitándome en mi posición.

Pero lo que a J. P. Le faltaba en tamaño y fuerza lo compensaba en astucia y habilidad para manejar las situaciones que se le podían poner cuesta arriba, manipulando los hilos, saboteando los intentos por reiniciar el juego que se había interrumpido por algún exabrupto en el desarrollo del mismo. Sabía que el juego no podía continuar si alguna de las partes involucradas faltaba, la consigna era muy sencilla o se replanteaba la forma de jugar o simple y llanamente no se hacía nada.

El tiempo se encargo de separarnos y de paso ayudó a que maduráramos como individuos , a ser capaces de ponernos metas por cumplir y sobre todo que poco a poco alcancemos cierta independencia en nuestro accionar. Si bien actualmente ya no vivimos bajo el mismo techo ha quedado una relación de los más cordial y esto no es solo porque seamos primos o haya algún otro vínculo sanguíneo, es algo que se ha ido cultivando durante los años que convivíamos y los que lo iba a visitar. J. P. Es sin lugar a dudas más que un primo, es un hermano, aquel hermano menor que la providencia no me quiso proveer.

2009-03-05

Viejo amigo

Viejo amigo

Hola que tal viejo amigo,
hace tiempo que no se te vé por acá,
las cosas no han variado mucho.
¿Será por que ya no estas?

En una de estas pasadas noches,
me soñé en tu antigua casa rimense,
todo era confuso, muchos recuerdos juntos
y vos no estabas ahí.


En medio de uno de esos pasajes
encontré una caja;
llena de recuerdos tuyos
y mis ojos se humedecieron
empezando a llorar a cuentagotas,
comprendiendo quizá el tiempo transcurrido,
preguntandome el porque te habías ido.