2010-01-28

Epílogo de un graduado

Epílogo de un graduado

Vuelvo a este hábito de escribir, luego de dilatada ausencia por vacaciones obligadas. Los dos últimos meses del año 2009 fueron por demás extenuantes y con dosis de inquietud. Era el tramo final de mi camino en la universidad.

No vayan a pensar que no quería culminar mi travesía por San Marcos de la mejor manera y en el corto plazo. Lo que pasa es que - luego de los acontecimientos de la graduación - siento como un vacío y algo de desconcierto. Todo producto del cierre de un ciclo importante de mi vida y con ella, la venida de nuevos retos y desconocidos senderos por los cuales de ahora en adelante circularé.

Cuando a inicios del 2009 se avecinaba el comienzo del fin de mi estancia en San Marcos, veía con bastante lejanía el día de mi graduación. Creo que me esforcé como nunca en mucho tiempo, soñaba con estar en esa velada al lado de mis compañeros y amigos. Y así todos juntos ver cumplido nuestro sueño de vernos promovidos en la Decana de América.

Pero el año se pasó con la misma rapidez de una chispita navideña y llegaron los ensayos, las últimas coordinaciones y el 16 de enero se asomaba cada día más cercano.

Ni bien comenzó la cuenta regresiva, se programaron los ensayos previos a la ceremonia. Estos se realizaban de preferencia los días domingos, en vista de lo complicado de las agendas personales de los futuros graduandos.

Ya en la última semana antes del evento, la ansiedad y el cosquilleo iban en aumento - conforme se iban sucediendo los días - en vísperas de uno de los momentos más trascendentales de nuestras existencias. Un día antes se develó la placa de promoción que simboliza – más allá de un bloque de mármol clavado en la pared – la huella indeleble que este grupo de entusiastas jóvenes (al cual tengo el privilegio de pertenecer) deja en San Marcos que nos acogió durante todo este tiempo.

Llego el día central y pese a los inconvenientes (que nosotros lo llamábamos amenazas en el análisis FODA de las clases de administración). Todo salió conforme se planificó: se tomaron las fotografías con la indumentaria correspondiente a la ocasión. Se hizo los últimos ajustes a lo ensayado y tan solo quedó esperar.

El nerviosismo se reflejaba en los rostros de mis compañeros (cuando el maestro de ceremonias anunciaba el inicio del lance), pero en todos ellos irradiaba la emoción de estar ahí, compartiendo un momento tan especial con sus familiares y amigos que los observaban desde las graderías del anfiteatro.

Se hicieron las presentaciones protocolares: Mención de la promoción 2008 Yachaylama - “Conocimiento Infinito”, se empezó a nombrar a cada uno de los miembros de la mesa de honor (conformada por la directora de escuela y los padrinos), se hicieron las palabras de bienvenida del representante de la promoción y reflexiones de los miembros de la mesa, quienes, recordaron anécdotas de la convivencia en la universidad e hicieron un llamado a los desafíos que nos esperan y sobre lo vital de la ética en el ejercicio profesional. Que por cierto, añadieron, solo será posible con una sólida reserva moral.

Llegaría el plato fuerte de la noche: la entrega de medallas y diplomas; uno a uno se fueron sucediendo los miembros de la promoción quienes recibían el vitoreo y la algarabía de sus parciales ubicados en las butacas del auditorio.

Dos compañeros se dedicaron a relatar algunas vivencias, sucedidas durante 5 años de compartir alegrías y angustias. Todo ello recordado con especial gracia y nostalgia. Por otro lado, una compañera se dedicó a presentar un pensamiento final a nombre de toda la promoción.

Se presentaron dos videos: el primero, los graduados eran los protagonistas en una especie de semblanza y; en el segundo, el rector enviaba un saludo, con felicitación incluida.

Memorable fue el acto especial que se hizo con unas linternas, formando unos efectos luminiscentes que se asemejaban a luciérnagas, teniendo a “We are the World” de Michael Jackson como música de fondo.

El lanzamiento jubiloso de birretes a las alturas del escenario y el paso final de birretes fueron celebrados con gran entusiasmo por todos los presentes.

El brindis en los exteriores y un nuevo lanzamiento de birretes (con cañones de papel picado y tunas cantando), fueron el broche de oro para una gala que ha recibido muy buena crítica por parte de los asistentes. Un coctel indescriptible de padres emocionados y, ahora ya, ex alumnos felices por vivir ese maravilloso momento, bien podría describir lo vivido ese día. Si acaso no fue tan “solemne” como otras graduaciones, esa forma poco convencional, menos rígida y con un toque más festivo, era la mejor manera de culminar un viaje que comenzó allá por abril del 2004.



Fin