2009-10-31

Recordando al patriota ausente

Recordando al patriota ausente

Este día de la canción criolla tendrá algún menos de festiva, precisamente este mes que ya culmina, marco el ocaso de quien en vida fue un verdadero y genuino abanderado del sentimiento patriotico, estoy hablando de Don Arturo Cavero Velásquez, a quien seguidores y amigos más cercanos le acuñaron el apelativo de “El Zambo”.

Era como pocos, capaz de trasmitir sensaciones de emotividad y de amor por el suelo patrio, quien no se ha conmovido con sus canciones: “Contigo Perú”, “A las doce después de la misa”, “Y se llama Perú”, etc. Por tan solo mencionar algunas de sus canciones con las que se hizo muy conocido y famoso allá por los años '70s al lado de otra leyenda viviente de nuestro criollismo; la primera guitarra del Perú, Don Óscar Avilés.





Corrian los primeros años de la década de los '90s, estaba por aquellos años cursando la primaria y recuerdo perfectamente a mi abuela encendiendo la radio desde temprano para sintonizar la estación que transmitia notas de la localidad iqueña, era Latinoamericana Radio que religiosamente al mediodía ponía música criolla como un buen marco para la hora del almuerzo. Y esa primera canción que escuche cuando empezaba a tener uso de razón fue “Contigo Perú”.

Don Arturo Cavero era único – y quizá irrepetible – para hacer que el corazón más fiero y duro se ablandara con la melodia de su voz potente y armoniosa. Comunicaba no solo letra y música, radiaba sentimiento, vivia la canción y contaba la historia en la que estaba ambientado el tema como propio; haciendonos sentir también a quienes lo escuchabamos como parte de esas historias y vivencias.

La semana pasada compré un disco recopilatorio con lo mejor de tu repertorio, incluida esa canción premonitorea,“Mis cenizas”, la cual escuché con más detenimiento y pude constatar que tu voz estaba intacta como en tus mejores años. Después de todo como se dice por ahí, la calidad nunca muere y eso cobra aún más vigencia ahora, que fisicamente nos estás con nosotros. Te recordamos hoy compatriota ausente, porque tú no haz muerto tan solo te hiciste uno con la inmortalidad conferida por tu talento que quedó para siempre plasmado en nuestras mentes y sobre todo, en el corazón.

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