2008-11-30

Sentencia

Sentencia

Ni yo mismo sé en que lío estoy
por más que me esfuerzo
no consigo recordar el momento
en que vos te grabaste en mis retinas
con sello y marca de sentencia divina.

No me figuro aún, como tu ser
que sonríe a la vida
pudo hacer de mi, un puñado de tensión
trato de contenerme y mantener distancia
para que no percates, ni escuches
las palpitaciones de a mil por segundo
que de mi pecho emanan.


Un vals muy añejo dice a la letra:
“Amar no es un delito, porque hasta Dios amo”
que bella suena esa melodía
una y otra vez se repite en mi memoria
al igual que las abejas en una campana.

Si me confieso ante vos,
de seguro me vuelven prisionero;
mi único delito: amarte.