2007-09-23

Implicaciones de mi primer cuento y el miedo a lo extraordinario


Implicaciones de mi primer cuento y el miedo a lo extraordinario



Se han transcurrido 15 años desde que escribí mi primer relato titulado “El león de la selva y el león ártico”, una historia que narraba el encuentro de dos fieras, que en su apariencia distintas - cuyos sentimientos de recelo las motivaron a enfrascarse en singular duelo, dándose cuenta después que, por el hecho de ser diferentes - no había razón para que no fueran amigos.

A la tierna edad de 7 años, fue que quizás inconscientemente escribí una historia pensada inicialmente cual fábula a dar una moraleja; que es como inicialmente se incita a los pequeños a leer, en algo que, viéndolo de modo más pausado y con la madurez que dan los años, diría mas bien que este corto relato tiene profundas implicancias dogmáticas.

Dogmáticas en el sentido de que los valores inculcados desde muy chico acerca del respeto que merecen todas las personas sea cual fuere su raza, sexo, credo o condición social. Es algo que volqué al momento de escribir esa narración que se remota a una temprana edad en la que se esta empezando a tener uso de razón.

Entonces podría decir que además de haber cumplido la primera intención de dar una enseñanza, algo para rescatar. Se cumplió otro, que en ese momento no se percibió, como el hecho de empezar a cimentar una escala de valores que son tan importantes para el desenvolvimiento posterior del individuo en la sociedad.

Metiéndonos de nuevo en la historia ¿Por qué ambos leones al encontrarse sintieron ese resquemor cuando vemos algo fuera de los cotidiano? Pues aunque resulte difícil de creerlo tiene sus más remotos orígenes en el miedo a lo desconocido.

Respetar a alguien implica aceptar al otro en su forma original y no tratar de amoldarlo a nuestros preceptos, perdiéndose de paso el miedo a lo extraordinario haciendo que los vínculos entre seres humanos sean mucho mas fluidos contribuyendo así a llevar una relación llevadera de un individuo para con sus semejantes.

Pero hay gente inescrupulosa que manipula este miedo natural a lo extraordinario haciendo que los seres humanos de naciones diversas nos miremos con desconfianza, como el caso de los “yankis” que perpetraron ellos mismos el atentado del 11 de septiembre del 2001 para tener un pretexto de ingreso a tierras afganas o el caso de las inexistentes armas de destrucción masiva que poseía Irak y que sirvió para introducir su “democracia” amoldado a sus mezquinos intereses.

¿Cuál ha sido la consecuencia? Que inconscientemente pensemos que todos los islámicos son extremistas, terroristas, pro Osama Bin Laden, etc. Han conseguido que nos pongamos una venda en los ojos y no veamos más allá de lo que, los que lucran con el caos y la destrucción, quiera que veamos.

No vemos más allá y no apreciamos su cultura, su gente y el legado histórico que estos pueblos seguidores de Mahoma han aportado al conocimiento universal, tanto en el campo de las ciencias como la matemática y la química, así como en su literatura.

Y conforme busquemos el fondo y su razón, podremos entender el comportamiento de nuestros congéneres islámicos, empezaremos a perderles ese miedo inducido, sugestionado hasta el hartazgo, a aceptarlos con su cultura y patrones de conducta y a partir de ahí otorgarles el respeto que merecen, construyendo un mundo que se aprecie así mismo y que ese sentimiento de respeto sea el pilar y moneda común dentro de este patio llamado La Tierra para empezar a construir proyectos que involucren a todas las gentes sin ninguna distinción. Ya tenemos más de 20 000 años sobre la faz de la Tierra, por tanto estamos bastante creciditos como para seguir dejándonos manipular y no ponernos de acuerdo de una buena vez.



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